martes, 23 de agosto de 2011

Los virus visten a la moda

Cuando siento frío, me pongo mi suéter favorito tejido por mi abuela. ¡Y vaya que los intrincados tejidos de Doña Tere evitan que el calor de mi cuerpo se difumine en el ambiente! Es una forma de adaptarme al clima frío húmedo, en promedio, del Distrito Federal pues mira que soy de tierra caliente y, sobre todo, ¡jarocha!

Es interesante ver cómo el particular entrelazado textil de este tipo de prenda no pasa de moda. Esto es porque cumple con su función: protege del ambiente, en este caso, de las bajas temperaturas.

Si bien los virus, esos agentes pequeñitos, que se miden en nanómetros (una milmillonésima parte de un metro) y que sólo pueden replicarse en el interior de una célula viva, no usan suéteres, sí necesitan protegerse del ambiente tan variado para continuar su existencia.

Para protegerse lo hacen gracias a un entrelazado hermosamente geométrico de proteínas llamado cápside. Este tejido de biomoléculas le sirve para preservar intacto todo su material genético (genoma), ya sea de ADN o ARN.

¡Imagínate que no tuvieran este suéter de proteínas!, sería un problema tener daños irreversibles en su genoma en ambientes hostiles. La cápside pude protegerlos contra agentes físicos y químicos como temperaturas y pH extremos o enzimas que podrían romper sus nucleótidos (los bloques que constituyen su material hereditario).

Es por ello que las interacciones proteína-proteína mantienen estable a ese chaleco vírico en el ambiente, pero también le permiten al virus adherirse a la célula que va a infectar y así introducir su genoma y una vez que se haya replicado, los nuevos virus podrán salir de ésta y transmitirse sin mayor problema a otras células.

Para algunos es tan fuerte su cápside que son resistentes a ciertos detergentes. Algunos tienen estructuras muy largas para sostenerse de la célula. Muchos virus pareciera que tienen un acordeón integrado en su cápside para facilitar la entrega del genoma a la célula. Otros virus “roban” membranas celulares para adornar la cápside y así agregarle protección extra; entre otras muchas estructuras.

Como viste, los virus no son estructuras inertes: el mismo ambiente impulsa a los virus a estar a la moda para que estos puedan jugar un papel activo en la protección y entrega de su material genético a la célula apropiada y así iniciar su ciclo reproductivo. Si no tuvieran una cápside cool, los virus no podrían adaptarse a nuevos ambientes intra y extracelulares.

Hay una gran variedad de formas y tamaños de cápside que ya quisieran Vuitton o Giorgio Armani tener el mismo talento de la naturaleza para diseñar tantos modelos.

Cápside de un bacteriófago, un virus que infecta bacterias. Imagen de Steven McQuinn y Venigalla Rao, de la revista Cell.